¿Quiénes buscan, cuándo y qué buscan?


¿Quiénes buscan, cuándo y qué buscan?


 Antes existía un malentendido común sobre aquellos que buscan sus raí- ces. Se pensaba que eran personas que no estaban a gusto en sus familias adoptivas y que el deseo de saber más de su historia tenía relación con la sensación de no haberse integrado completamente en su familia adoptiva. Está muy claro que no es así. Naturalmente, entre los que buscan sus raíces existen adoptados que no se encuentran bien, pero de ningún modo son la mayoría.

Muchas veces el momento de la búsqueda de raíces coincide con un periodo de transición, es decir, con un periodo en la vida lleno de acontecimientos grandes e importantes, positivos o negativos. Puede tratarse de un matrimonio, del nacimiento de un hijo, de la defunción de los padres adoptivos o de otra pérdida importante. Cuando se comienza a buscar activamente se inicia un procedimiento, tanto en Suecia como en el extranjero, que puede ser difícil de controlar.

Realmente es casi imposible poder prever adónde llegará la búsqueda. A lo mejor no se logra saber más de lo que ya se conoce; a lo mejor se encuentra información totalmente nueva o que no concuerda con la que está en los documentos.
Las preguntas que generan la búsqueda pueden parecerse a éstas:  

¿Por qué me dejó mi mamá?
¿A quién me parezco? 
¿De dónde viene mi oído para la música, la forma de mi cara o mi mal genio?
¿Qué enfermedades hay en mi familia?¿Han tenido gemelos con frecuencia las mujeres de mi familia?
¿Tengo hermanos?
¿Viven mis padres biológicos y en ese caso, cómo viven? 
¿Cuánto hay en mí de colombiana ?
¿En qué consiste mi identidad colombiana, si existe?
¿Solamente en mi aspecto físico? 

Son preguntas a las que se busca una respuesta con el fin de ubicarse en un contexto, y sobre las que se necesita reflexionar para no sentirse como un grano suelto que da vueltas en el universo.

 Sin embargo, a veces no se consiguen respuestas a todas estas preguntas. Tal vez hasta lo sabe la persona que las hace. Y lo más importante quizá no sea tener una respuesta a la pregunta, sino que alguien te escuche, que alguien te confirme: “Sí, has nacido aquí, hay documentos que llevan tu nombre, algunos de los que estamos aquí nos acordamos de ti”. Es decir, el haber dejado huellas, el saber que, tras haber estado ausente de un sitio durante meses o años, se ha notado esta ausencia y alguien se ha preocupado de guardar un papel con mi nombre y una fecha. Porque esa sería la señal de que tengo algún valor. A veces lo más importante puede ser que alguien conteste mi carta, que alguien confirme que “existo”. Además, si alguien contesta a mi carta también obtengo la prueba de que moralmente, como adoptado, tengo el derecho de hacer preguntas, y que nadie debe decidir por mí. Puede haber o no haber antecedentes míos, pero yo mismo soy el que decide si quiero enterarme y hasta dónde quiero seguir buscando, de acuerdo con la legislación vigente, naturalmente.

Algunos adoptados incluso pierden el interés cuando ya han dejado de luchar por estos objetivos y se dan cuenta de que, lo más importante son ellos mismos y no el hecho de encontrar a los padres biológicos.