El origen se refiere tanto al origen biológico
como al cultural; así, en el caso de Colombia, por poner un ejemplo, se
referiría a Colombia como país y como nación. El concepto incluye la geografía,
la población, la política, la literatura y el arte, así como la realidad social
que imposibilitó a la madre del niño quedarse con él. Lo último es muy
importante, puesto que los padres adoptivos
tienen que preparar a sus hijos para responder a las posibles preguntas
relacionadas con su origen que se les hagan en diversas situaciones nuevas.
Sobre todo, para un niño
mayor, no se trata sólo de poder decir con orgullo: “Vengo de Colombia”, sino
de saber lo que eso significa e implica. Si no, igualmente podría decir: “Vengo
del planeta Marte”, pues su sensación de alienación y vacío sería igual.
Poco a poco hemos
aprendido a hacer preguntas sobre los antecedentes particulares de cada niño y
a guardar los documentos correspondientes. La situación ha mejorado mucho en
comparación con la de hace 35-40 años. No nos quedan muchos datos que podamos
dar a los que fueron adoptados en los años 70 –ni de la familia biológica, ni
de la trabajadora social, ni de la enfermera del hogar infantil–. Es lamentable
que tengamos tan pocas respuestas para los que fueron adoptados entonces, y que
ahora tienen derecho a hacer estas preguntas. Es una situación irreparable y lo
único que podemos hacer es aprender para el futuro.
Justamente en relación
con estos temas ha sido una desventaja creer en el absoluto predominio del
entorno sobre la herencia. Antes considerábamos que lo importante era lo que
los padres adoptivos podrían darle al niño. No comprendíamos la importancia de
los antecedentes del niño en tanto que punto de partida de su existencia: la
familia y el país que le dieron la vida y el diseño principal de su
personalidad.