La adopción un proceso que dura toda la vida


La adopción un proceso que dura toda la vida

 Antes se consideraba la adopción como una solución estática, “de una vez     por todas”, para satisfacer las necesidades de tres partes: la madre o los padres biológicos, el niño y los padres adoptivos. Es una imagen falsa, o al menos una imagen muy limitada. Naturalmente la adopción es la solución de un problema actual y concreto: la madre biológica puede volver a su familia, a su trabajo, sin el problema que signifique un hijo; el niño ha recibido una madre y un padre; los esposos (en la mayoría de los casos) sin hijos, han tenido un hijo.  Sin embargo, la madre biológica sigue siendo una mujer que vive en unas circunstancias tan difíciles que le imposibilitan quedarse con el hijo que haya tenido. Tiene además que aceptar la imagen de sí misma de una mujer que ha entregado a su hijo. Por otra parte, los padres adoptivos tienen que seguir sintiendo el dolor de no poder concebir y dar a luz a un hijo. Por supuesto siguen sintiendo este dolor, independientemente de cuánto quieran a su hijo adoptivo. Y, finalmente, el hijo adoptivo tiene que vivir tanto con el dolor por lo que ha perdido como con la alegría por lo que ha recibido.  Ninguna de las tres partes puede borrar el pasado; ninguna de las partes puede seguir viviendo sin el rastro del pasado. Pensar que se pueden borrar las huellas sería como pensar que se puede borrar una parte de la vida. Si uno lo lograse todo sería aún más difícil, ya que es más difícil vivir con el vacío, con el hueco negro en la memoria, que con la noción de las tragedias y las penas que se hayan vivido.

 Desde esta perspectiva, la adopción supondrá en la vida de todas las partes implicadas un proceso que se inicia cuando la madre biológica decide entregar a su hijo, y que seguirá durante toda la vida de esas personas.


Portada del libro ADOPCIÓN Y EL ACOGIMIENTO: PRESENTE Y PERSPECTIVAS, LA