El viaje




Conocer solamente el país de nacimiento

 Hacer un viaje de regreso es una manera de crear lazos entre el presente y el pasado, pero no todos los adoptados quieren buscar a su familia biológica. A muchos les basta aprender más sobre su país, conocer la cultura y tal vez visitar algunos lugares especiales. Viajar para conocer el país puede ayudar a comprender mejor por qué la mamá le entregó, aunque no conozca más detalles de sus antecedentes. La mayoría de los adoptados se da cuenta de que tuvieron una “segunda oportunidad”. Crecer en una institución no hubiera sido una alternativa muy buena y sí una mala manera de comenzar la vida y afrontar un futuro con frecuencia lleno de problemas.

¿Cuándo deben viajar?

 Como regla general, se debe hacer el viaje cuando el adoptado lo desea.
Convencer o presionar al adoptado para que haga el viaje en cierto momento, en función de una planificación rígida, puede ser fatal para toda la familia y muy malo para el adoptado. Para realizar un viaje de esta índole se necesita valor. Es una aventura en muchos sentidos, aun cuando uno esté acostumbrado a viajar. Los viajeros tendrán muchas impresiones y experiencias fuertes y necesitarán energía y coraje para asimilarlo todo.

¿Con quién deben viajar?

 Si el adoptado viaja solo, corre el riesgo de estar solo de verdad, tanto durante el viaje, como cuando regrese. En varios países, además, es difícil e incluso peligroso viajar en solitario. Viajar en compañía de la familia, implica compartir experiencias que muchas veces les unirán más. 

 Si viajan con un grupo tienen que depender más de los demás, pero la ventaja es que hay un guía experto que se encarga de todas las cosas prácticas, y el adoptado puede dedicarse por completo a conocer el país. Estar en compañía de otras familias adoptivas también puede ser bueno. Tanto los padres adoptivos como los adoptados pueden compartir experiencias e impresiones durante el viaje.























Portada del libro CÓDIGO DE ADOPCIÓN INTERNACIONAL.