El adoptado ¿Cómo se siente después?


El adoptado  ¿Cómo se siente después?

Cuando no encuentra nada: en la mayoría de los casos, todo lo que hay que saber ya está en los documentos que recibieron los padres adoptivos en el momento de la adopción. El resultado de la búsqueda es una información que solamente confirma lo que ya se sabía. Algunos están satisfechos con eso; tomaron la iniciativa e hicieron lo que pudieron; quedan interrogantes, pero los aceptan y siguen adelante. Para otros resulta una gran decepción; a pesar de saber que iba a ser difícil llegar muy lejos, tuvieron la esperanza de lograrlo y sólo ahora se dan cuenta de lo que perdieron una vez: los primeros padres; no los conocen, pero de todos modos significan mucho para ellos.

Cuando recibe “noticias tristes”:  no es fácil enfrentarse a antecedentes llenos de tragedias de violencia, abuso, accidentes y relaciones familiares complicadas. Sin embargo forman parte de la realidad. En todas las adopciones hay por lo menos una tragedia. Cuando se enfrenta con su origen esto es lo que encuentra un adoptado, y es importante prepararle. Saber que los padres han fallecido también puede ser muy doloroso. Igual que en el caso de los que no encuentran nada, la pena puede ser difusa.

Cuando los adoptados leen los documentos relacionados con la adopción, o cuando alguien les cuenta algo, pueden sentirse vacilantes. “¿Cómo sabré si esto es verdad?” A menudo no obtienen garantías, aunque ciertos datos se puedan comprobar. Más bien se trata de lo que el adoptado quiera o se atreva a creer. La “verdad verdadera” es difícil de encontrar, especialmente cuando se trata de información que no se halla en los documentos.

 Cuando encuentra a los padres u otros familiares: la consecución del contacto con sus padres biológicos u otros familiares implica tanto posibilidades como dificultades. Puede ser una dicha haberlos encontrado. Se les podrá hacer preguntas sobre el origen. Sin embargo no es seguro que la familia sienta lo mismo. Muchas madres se avergüenzan de haber entregado a su hijo. Por vergüenza y temor de que se abran las heridas antiguas, tal vez no deseen tener ningún contacto. Esto no significa necesariamente que no les quieran.

 El temor también se deba, quizás, a que la madre se haya vuelto a casar y que sus nuevas familias no sepan de la existencia del adoptado. Esto puede ser una catástrofe, incluso algunas veces podría implicar peligro de muerte si se revelase el “secreto”. El anhelo por conseguir las respuestas a sus preguntas tiene que combinarse con el respeto hacia los familiares biológicos. Es importante ser cuidadoso y prudente para no herir a nadie.

 Después de algún tiempo muchos adoptados descubren que sus esperanzas son poco realistas o no cuadran con las de los padres biológicos. Cuando uno se da cuenta de la realidad, llega a ser una experiencia muy intensa y puede ser duro tener que enterrar las imágenes soñadas. La “verdad verdadera” tal vez no sea la más divertida ni la más fácil, pero es la más cierta. La comunicación puede ser difícil, tanto por los obstáculos del idioma como por las diferencias culturales. Fácilmente surgen malentendidos y es importante, tanto para la familia biológica como para el adoptado, tener una persona al lado que pueda traducir y explicar, para que se eviten complicaciones en la medida de lo posible.

 En muchos países es corriente que los familiares se ayuden mutuamente, en lo económico y en lo práctico. Tal vez pidan al adoptado que mande dinero a la madre o que se haga cargo de un hermano o primo que quiere venir. El adoptado corre el riesgo de que se aprovechen de él y debe ser consciente de que esto puede ocurrir. Por eso es conveniente que el contacto con la familia biológica se haga mediante una organización o autoridad, a fin de mantener oculta la dirección de su domicilio.

 Por supuesto, también puede ser muy positivo localizar a sus padres biológicos. La gran mayoría de los adoptados –a pesar de lo que hayan encontrado, y tanto si fueron bienvenidos como si no por parte de su familia biológica– dice que después del encuentro sienten que forman parte de un contexto, que comprenden mejor su historia. Puede que la experiencia en parte les complique la vida, pero no se arrepienten de haberla vivido.